“Desde que somos padres ya no podemos viajar como antes”. ¿Cuántas veces has escuchado esta frase de tus amigos que ya son padres? ¿O cuántas veces la has pronunciado tu mismo?
Sin duda, elegir donde alojarse cuando se tiene bebés o niños pequeños requiere mucho más esfuerzo que cuando se es soltero. Y uno de los primeros dilemas es optar entre el clásico hotel y un apartotel o un apartamento.
¿Cuál ofrece mayores ventajas?
Háztelo tu mismo:
El apartotel parece partir con ventaja, sobre todo si los niños tienen menos de dos años. La posibilidad de contar con servicios como cocina y lavadora facilitan tanto la alimentación del bebé como la higiene de la ropa, más a una edad en la que se ensucian mucho.
Más allá que puede representar un ahorro de dinero, otra ventaja es la disponibilidad de tu tiempo adaptado a la necesidad del niño: sus horarios de comida serán respetados sin necesidad de adaptarse a los horarios de un restaurante de hotel.
Un elemento clave en este aspecto es averiguar si cuentan con todos los elementos que vas a necesitar para su alimentación: la minipimer para sus papillas y el microondas para sus potitos son fundamentales. Tampoco te debes olvidar de preguntar si la limpieza está incluida y cuál es la distribución de los espacios: ¿puede el bebé dormir en una habitación aparte pero fácilmente accesible de noche (sin escalones, ni desniveles)?, ¿está la cocina integrada o es independiente?
Probablemente, una de las mayores desventajas del apartotel es la seguridad. Una familia con niños, además, siempre es un blanco fácil de posibles ladrones. Por eso, es bueno averiguar con qué medios cuenta el establecimiento y la zona en la que se encuentra.
Vivir a cuerpo de rey
Para los que gustan de no hacer nada de nada durante sus vacaciones, el hotel es una gran tentación, pero ¿es esto posible con niños?
Antes de nada, hay que averiguar con qué servicios para niños cuenta el hotel. Si tiene guardería o club para los más pequeños, el horario en el que funciona, qué actividades realizan.
Con respecto a la comida, si el restaurante cuenta con menú infantil y si se puede adaptar a las necesidades de nuestro hijo, como evitar determinados alimentos no aptos según su edad (frutos secos, frutos rojos, verduras crudas, gluten, etc) y una amplia disponibilidad horaria. Algunos hoteles ya cuentan con orinales que se adaptan al váter, detalles como estos son los que distinguen a un verdadero hotel baby friendly de los que no lo son.
Pero hay un detalle que tal vez por obvio nos olvidamos preguntar y es fundamental: ¿Está adaptado para movernos por sus instalaciones con un cochecito? Los hoteles “con encanto” o los paradores más clásicos pueden ser una tentación, pero nos pueden traer muchos dolores de cabeza (y de espaldas) a la hora de levantar el carrito por las laberínticas escaleras para acceder tan sólo a desayunar.
Lo que no debes dejar de saber
Cualquiera sea tu elección, no dejes de averiguar si cuentan con cuna, trona para darle de comer, bañera, orinal, elementos de cocina y protección en los enchufes. Recuerda que la seguridad de tu pequeño es fundamental. Al entrar en la estancia, asegúrate de que no haya peligros: ponte a gatas, a la altura de la visión de tu hijo, y comprueba los detalles más tontos, como bordes filosos, que las mesas no tengan las patas flojas, que no pueda acceder a lugares peligrosos y que elementos como el televisor no estén sobre un mantel del que el bebé se pueda colgar y tirarselo encima.
Con estos detalles bajo control seguro tendrás un muy buen viaje.